Friday, October 21, 2005

Tiempos de Malón


Carlos observaba la calle Valparaíso desde la ventana de su habitación, pensaba en su programa de fin de semana, o como se dice ahora "...en su carrete de fin de semana". El día domingo iría a casa de Lucy, su polola. La muchacha era la hija mayor de la familia Garzón, vivía en el sector alto de Agua Santa; otros hijos del matrimonio eran Helga, Renato y Rosa.

La visita a casa de Lucy requería el cumplimiento de una serie de estrictos mandatos de don Juan Garzón; mientras su esposa Estela velaba por el fiel cumplimiento de las disposiciones de su esposo.
En los años cincuenta del siglo pasado la autoridad paterna se privilegiaba y era acatada por todos los buenos hijos de una familia.

Previendo esto, Carlos había invitado a su amigo Hugo. Era seguro que don Juan exigiría que Lucy no saliera sola, debía ir acompañada por su hermana Helga y nada mejor que Hugo fuera el acompañante de esta hermana. Además, había un acontecimiento muy importante ese domingo, a las siete de la tarde asistirían a un malón.

El malón era la fiesta preferida por los jóvenes de esos años. Todos cooperaban con algo para esa fiesta o bien pagaban una entrada. Este hecho social se realizaba en casa de alguna familia que dispusiera de salones y espacios adecuados. El malón del cuento ocurriría en la casa de la familia Ferrer. Ya las hermanas Ferrer estaban preparando el muy gustado clery, era una combinación de vino blanco suavizado con agua y un agregado de frutas. Todo esto constituía una delicia que se servía en vasos después de algunos bailes. El paladar de los invitados siempre quedaba gozoso y no sería una persona cuerda dudar de aquello. En el "pick up" se colocaban los discos y era el verdadero motor de cualquier fiesta, siempre era el joven más entendido el que cuidaba del buen funcionamiento de este tocadiscos y por ello pedía una gratificación consistente en más clery y algunos bocadillos extras; nuestro encargado era José. Los ritmos del tiempo eran tango, bolero, zamba, mambo y algún corrido español con mucho señorío y torerío. Los Ferrer, además, eran buenos anfitriones y su casa contaba con tres amplios salones. La fiesta del momento era en beneficio de un club juvenil que los jóvenes asistentes habían constituído.

Ir a una fiesta acompañado de una pareja era de buen ver. Y esos posibles avatares del consabido domingo rondaban el pensamiento de Carlos. A las 11 de la mañana, junto con Hugo, llegaron a casa de los Garzón. Estaban invitados al almuerzo donde destacaría la buena mano de la señora Estela. A los recién llegados se les sirvió el acostumbrado tónico de la familia, cada tónico era una menuda bandeja de cristal, con un breve vaso de vermouth y unas galletas deliciosas que pedían que se las comieran... ¡eran un bocado que hasta los dioses envidiarían!.

Después vino el almuerzo dominguero de la familia Garzón. Todo era sonrisa, todo era simpatía...todo era buen humor. Pero ya los jóvenes comenzaban a preocuparse por el permiso que papá daría a Lucy y a Helga... esta inquietud no permitía estar del todo feliz.

Terminado el almuerzo, don Juan Garzón quiso leer en un sofá las noticias del diario, en el periódico abierto en toda su extensión no era posible ver su rostro, sólo eran visibles sus manos; a un señor, dueño de casa, enfrascado en la lectura, no era aconsejable interrumpirlo. La señora Estela les pedía a los jóvenes que tuvieran paciencia...el problema era que el malón comenzaba a las siete de la tarde... en cualquier momento podría saberse el ansiado anuncio del permiso otorgado por don Juan Garzón...recordemos que en los tiempos del malón la decisión y la voz del padre de familia eran asuntos serios y respetados...

A la hora de onces Carlos y Hugo trasuntaban su inquietud...pero, gloria al fin ...el padre de las niñas las había autorizado para que fueran al malón...acompañadas de su hermano Renato... Tenían permiso, pero deberían llegar a casa puntualmente a las doce de la noche...de lo contrario, el asunto se tornaría terrible...

Al malón, los varones iban con trajes oscuros, azul o negro, pelo de corte regular y corbata, la cual era reemplazada por el uso de una "humita". La familia anfitriona requería a sus hijos no permitir la entrada a personas desconocidas, este proceso de selección aseguraba una fiesta tranquila.

En el malón sería coronada María Zapata; su hermano Eduardo, activo agente de ventas, se había jugado para que María fuera la elegida entre varias candidatas. Muchos jóvenes ya habían llegado, estaba Marcos Marsh quien iba a todas las fiestas, pero no bailaba porque sentía vergüenza y no se atrevía a invitar a bailar a ninguna chica ya que le causaba pánico ser rechazado y se escondía detrás de los demás conformándose con algunas conversaciones y con los comestibles que le llegaran, en todo caso era un personaje siempre presente, con unos lentes que lo hacían respetable.

El que destacaba en todos los malones era Samuel Cancino, el preferido de las niñas, mozo de buena estampa y deportista, tenía cierta semejanza a William Holden, el protagonista de la película "Picnic", él se sentía como un dios olímpico en medio de tantas preferencias femeninas. El resto de los varones sufría la envidia, pero sólo tenían que conformarse con su suerte, el rey de copas lo acaparaba todo. Más de un rival estaría pensando que no se creyera que esto sería siempre así, que Samuel también era mortal y que para los días en que las veleidades cambiaran por otro, él tendría que aceptarlo...porque la vida es así... tiene muchas vueltas...

Hugo había sido escogido como poeta laureado, debía leer el discurso a la reina, se veía nervioso, pero un poco de clery levantó su ánimo y demostró sus buenas dotes de vate. Todos lo aplaudieron y la reina María, ya coronada, le pidio como regalo el encendido discurso.

Finalizada la coronación, todos volvieron a la diversión del baile, con canciones de "Los Cuatro Ases" , con "Querida Mía" cantada por Don Cherry y Eylen Wilson, el ritmo de zamba de la canción "Ilusión" en la voz del español Luis Mariano y un bolero, "Abrázame Así" con la melodiosa voz de un joven cantante nacional llamado Lucho Gatica.

El malón siguió en su cadencioso transcurrir hasta que el reloj anunció las doce de la noche y comenzó la triste despedida, algunas parejas insistían en seguir comunicándose sus cuitas. Otros gustaban los últimos vasos de clery. Las niñas eran apuradas por sus hermanos o pololos...porque las horas de este malón habían terminado.

Esos fueron los tiempos del malón, ya lejanos están ...Carlos no se casó con Lucy...José partió un día a Estados Unidos y lo último que se supo es que vivía en Nueva York...de la reina María nunca más se supo...la familia Ferrer se trasladó al sur de Chile...camino por la Avenida Valparaíso, frente al "Samoiedo" y veo gente conversando...y...sin pensarlo...recuerdo también aquellos rostros del tiempo que pasó, con recuerdos que imaginamos más hermosos y perdidos en la bruma...que vivimos alguna vez...quizás la carta amarilla más sentida...quizás la rosa selvática que llevamos escondida en nuestro más íntimo secreto...

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