Saturday, September 10, 2005

El velo de la inocencia


En los años sesenta la Avenida Pedro Montt era el centro de atracción de Valparaíso, con activos y bullentes negocios, una muchedumbre constante de gente muy animada y con cines que exponían monumentales anuncios de películas donde destacaban rostros de actores y de actrices que eran toda una leyenda. Para ingresar a esos cines era necesario conseguir las entradas con mucha anticipación; las encargadas de boleterías y los acomodadores eran personajes sonrientes y simpáticos. Disfrutar de una buena película era lo que más deseábamos.

Los cines tenían una edificación que presentaba un estilo de art decó, que aún se encuentra en Miami y en algunos lugares de Valparaíso adyacentes a la Plaza Victoria.

Una vez asistí a uno de esos cines, la película era italiana, se llamaba "Il Sorpasso", se refería a un hombre casi cincuentón, Vittorio Gassman, quien buscaba el "divertimento" surcando por las calles de Roma en su automóvil. El vehículo tenía el poder de convertir a este hombre en un ser grandioso, le permitía mostrarse mejor que los demás, sobrepasando en velocidad a todos los conductores. Vagaba por la vida buscando siempre entretener sus días. Su matrimonio se había esfumado por el peso mismo de los hechos, su esposa se puso a trabajar y dejó de creer en un individuo bocón y blufero. Su hija estaba relacionada con un señor el cual tenía casi la edad de su padre, pero que era capaz por su situación económica de dar a la joven la seguridad que nunca su padre le había proporcionado. Para ella, su padre era como un personaje extraño que veía como un suceso inexplicable, que pasaría pronto y no dejaría rastro, su padre era un ser simpático, pero no había que tomarlo tan en serio.

El cincuentón se detuvo cerca de la Plaza España. Llamó su atención un joven estudiante cuya edad no pasaba de veinte años. Su mirada demostraba la timidez de la vida temprana y de reojo miró al cincuentón quien mostraba una actitud desenfadada.
- Muchacho...¿Te agradaría pasear conmigo?...hoy la ciudad te invita a vivirla.
El joven no respondió...¿cómo iba a confiar en ese desconocido?
-Vamos, muchacho, no desconfíes de mí, no te voy a hacer nada. ¿Crees, acaso, que soy uno de ésos?...No, no lo soy. Si lo fuera, no tendrías tampoco de qué preocuparte...no eres mi tipo...

El joven, representado por Jean Louis Trintignant, al final accedió. Se juntaban así un ser ya de edad y que había vivido la vida a su manera, con un muchacho ingenuo para el cual el cincuentón era como un verdadero Pigmalión.

El joven sugirió al cincuentón que lo llevara a visitar a unos tíos muy queridos, deseaba contarles lo feliz que se encontraba en la Universidad estudiando leyes, así podría seguir los pasos de su primo Ettore, hijo de los tíos. El estudiante tenía una imagen idílica de sus parientes, era como una familia perfecta, sin tacha alguna, donde todo estaba bien, demasiado bien, beatífico quizás.

La casa de los tíos era la típica de la burguesía italiana. Ellos recibieron sonrientes al joven y a su acompañante, todos se sentaron a conversar de sus vidas, estaban los tíos, el mayordomo quien era una persona de mucha confianza, casualmente estaba el primo Ettore con su esposa.

En la conversación tomó preponderancia Ettore, hombre mediana edad y en pleno ejercicio y goce de su profesión.

-Primo, he sabido que estás estudiando leyes. Mira, si tú eres estudioso, como fui yo, y te dedicas a tu profesión serás un hombre feliz...tendrás un auto último modelo...también tendrás una hermosa casa en el mejor lugar de Roma...tendrás una villa en la Romagnola...y tendrás un lugar veraniego en el balneario de Ostia...

A todo lo que decía su esposo, su mujer asentía y sonreía...sí...para ellos ésa era toda la felicidad...el joven no sabía qué pensar...qué pensar...

El cincuentón se acercó a él y le espetó en voz baja...
-Ves...escucha...ésa será tu vida feliz...tendrás un auto último modelo...tendrás una gran casa en Roma...tendrás una villa en la Romagnola...tendrás un lugar de verano en el balneario de Ostia y tendrás...una mujer ...tonta y estúpida...que por todo se ría y siempre te diga que sí...

En verdad, por muchos años, creí que la mujer de esta película era tonta y estúpida... pero este asunto me estaba llevando a meditar mucho y .."lo que mucho se piensa, se torna sospechoso..."; me preguntaba si realmente la mujer eran tan tonta. A lo mejor, podría estar simulando su risa y su aceptación; quizás estaba llevando a cabo su propio juego en un mundo donde se disimula, especialmente cuando hay intereses de por medio...no sé...
La conversación familiar se tornaba amable y relajada, el cincuentón observaba al mayordomo, a Ettore, luego centró su atención en los tíos. Parecía que había realizado un descubrimiento. Llamó al joven prestamente:
-Mira, he observado los gestos y los ademanes de tu primo Ettore...se asemejan a los del mayordomo. Es más, ambos mueven el pulgar de la mano derecha de la misma forma, es como si fueran mellizos, a no ser por la edad... no se parece a tu tío...
El joven enmudeció cuando confirmó lo dicho por su amigo. Miró a su tía, quien charlaba con su nuera que reía. Fijó la mirada en su tío sintió que su corazón le golpeaba...al parecer los dichos de este amigo concordaban con lo que él veía... Este nuevo compañero con sus observaciones le estaba destruyendo su visión inocente de la vida...de aquella vida "como debe ser", ya su familia no era la misma para él, el velo se había desgarrado. En todo caso, el cincuentón no era el culpable, el sólo mostraba lo disparatado e indeterminado de las cosas humanas. Ya no quedaban altares que contemplar y adorar. La vida y sus personajes seguirían su camino, nada cambiaría la quietud ni la sonrisa de la gente.

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