Saturday, September 17, 2005

La niña de Gorliz, España


Desde las cinco de la tarde del 17 de julio de 1936 ya las cosas no fueron iguales en aquella ciudad vasca, los escasos años de la niña no permitían comprender qué sucedía y que ocurriría en los días venideros. Ella no podía saber lo que ni sus padres podían comprender. Había sí un sentimiento dominante cuyo nombre era guerra civil, era un hecho histórico que separaba a los españoles en dos sectores; es más, era una confrontación fratricida, maniquea, o se estaba a favor o se estaba en contra. Todo esto le ocurría a un pueblo "apasionado". Los factores emocionales y psicológicos gravitarían en el conflicto que se avecinaba.
Nadie se atrevería a pensar que esta mal llamada guerra civil significaría un millón de vidas humanas, que sería elegida esta nación de gente maravillosa como campo de experimentación de potencias foráneas. Hubo verdugos, ciegos y bobos, todos igualmente culpables. Esta es la historia de un genocidio feroz, con un país desgarrado de por medio, todo ello mueve a la indignación.
En este conflicto la verdad no tuvo domicilio y todo fue una lucha con pasión en las ideas, y nadie pudo situarse tan por encima del bien y del mal para ser siquiera propietario de esa razón, sólo los años irán trayendo una perspectiva de lo que fue, pero para los que vivieron este acontecimiento no hubo respuesta que los reconciliara. En este fuego no hubo enmienda, hermanos sanguíneos se mataron entre sí, hubo encono, hubo revanchismo, no hubo avenimiento. Hubo razones primeras para morir y luego para vivir sin razón.
Pero los tiempos cambian, las generaciones se renuevan, el mundo sigue su curso, hasta los odios más ancestrales terminan. Han transcurrido varias décadas y la nación española es otra, es posible que su gente luminosa haya aprendido de tan duros acontecimientos. Pero la niña del comienzo de este escrito, ya no está , ella se fue a un país lejano con sus padres y de ese viaje extraño deseo hablar en mi sitio blog http://espana-chile.blogspot.com

Saturday, September 10, 2005

El velo de la inocencia


En los años sesenta la Avenida Pedro Montt era el centro de atracción de Valparaíso, con activos y bullentes negocios, una muchedumbre constante de gente muy animada y con cines que exponían monumentales anuncios de películas donde destacaban rostros de actores y de actrices que eran toda una leyenda. Para ingresar a esos cines era necesario conseguir las entradas con mucha anticipación; las encargadas de boleterías y los acomodadores eran personajes sonrientes y simpáticos. Disfrutar de una buena película era lo que más deseábamos.

Los cines tenían una edificación que presentaba un estilo de art decó, que aún se encuentra en Miami y en algunos lugares de Valparaíso adyacentes a la Plaza Victoria.

Una vez asistí a uno de esos cines, la película era italiana, se llamaba "Il Sorpasso", se refería a un hombre casi cincuentón, Vittorio Gassman, quien buscaba el "divertimento" surcando por las calles de Roma en su automóvil. El vehículo tenía el poder de convertir a este hombre en un ser grandioso, le permitía mostrarse mejor que los demás, sobrepasando en velocidad a todos los conductores. Vagaba por la vida buscando siempre entretener sus días. Su matrimonio se había esfumado por el peso mismo de los hechos, su esposa se puso a trabajar y dejó de creer en un individuo bocón y blufero. Su hija estaba relacionada con un señor el cual tenía casi la edad de su padre, pero que era capaz por su situación económica de dar a la joven la seguridad que nunca su padre le había proporcionado. Para ella, su padre era como un personaje extraño que veía como un suceso inexplicable, que pasaría pronto y no dejaría rastro, su padre era un ser simpático, pero no había que tomarlo tan en serio.

El cincuentón se detuvo cerca de la Plaza España. Llamó su atención un joven estudiante cuya edad no pasaba de veinte años. Su mirada demostraba la timidez de la vida temprana y de reojo miró al cincuentón quien mostraba una actitud desenfadada.
- Muchacho...¿Te agradaría pasear conmigo?...hoy la ciudad te invita a vivirla.
El joven no respondió...¿cómo iba a confiar en ese desconocido?
-Vamos, muchacho, no desconfíes de mí, no te voy a hacer nada. ¿Crees, acaso, que soy uno de ésos?...No, no lo soy. Si lo fuera, no tendrías tampoco de qué preocuparte...no eres mi tipo...

El joven, representado por Jean Louis Trintignant, al final accedió. Se juntaban así un ser ya de edad y que había vivido la vida a su manera, con un muchacho ingenuo para el cual el cincuentón era como un verdadero Pigmalión.

El joven sugirió al cincuentón que lo llevara a visitar a unos tíos muy queridos, deseaba contarles lo feliz que se encontraba en la Universidad estudiando leyes, así podría seguir los pasos de su primo Ettore, hijo de los tíos. El estudiante tenía una imagen idílica de sus parientes, era como una familia perfecta, sin tacha alguna, donde todo estaba bien, demasiado bien, beatífico quizás.

La casa de los tíos era la típica de la burguesía italiana. Ellos recibieron sonrientes al joven y a su acompañante, todos se sentaron a conversar de sus vidas, estaban los tíos, el mayordomo quien era una persona de mucha confianza, casualmente estaba el primo Ettore con su esposa.

En la conversación tomó preponderancia Ettore, hombre mediana edad y en pleno ejercicio y goce de su profesión.

-Primo, he sabido que estás estudiando leyes. Mira, si tú eres estudioso, como fui yo, y te dedicas a tu profesión serás un hombre feliz...tendrás un auto último modelo...también tendrás una hermosa casa en el mejor lugar de Roma...tendrás una villa en la Romagnola...y tendrás un lugar veraniego en el balneario de Ostia...

A todo lo que decía su esposo, su mujer asentía y sonreía...sí...para ellos ésa era toda la felicidad...el joven no sabía qué pensar...qué pensar...

El cincuentón se acercó a él y le espetó en voz baja...
-Ves...escucha...ésa será tu vida feliz...tendrás un auto último modelo...tendrás una gran casa en Roma...tendrás una villa en la Romagnola...tendrás un lugar de verano en el balneario de Ostia y tendrás...una mujer ...tonta y estúpida...que por todo se ría y siempre te diga que sí...

En verdad, por muchos años, creí que la mujer de esta película era tonta y estúpida... pero este asunto me estaba llevando a meditar mucho y .."lo que mucho se piensa, se torna sospechoso..."; me preguntaba si realmente la mujer eran tan tonta. A lo mejor, podría estar simulando su risa y su aceptación; quizás estaba llevando a cabo su propio juego en un mundo donde se disimula, especialmente cuando hay intereses de por medio...no sé...
La conversación familiar se tornaba amable y relajada, el cincuentón observaba al mayordomo, a Ettore, luego centró su atención en los tíos. Parecía que había realizado un descubrimiento. Llamó al joven prestamente:
-Mira, he observado los gestos y los ademanes de tu primo Ettore...se asemejan a los del mayordomo. Es más, ambos mueven el pulgar de la mano derecha de la misma forma, es como si fueran mellizos, a no ser por la edad... no se parece a tu tío...
El joven enmudeció cuando confirmó lo dicho por su amigo. Miró a su tía, quien charlaba con su nuera que reía. Fijó la mirada en su tío sintió que su corazón le golpeaba...al parecer los dichos de este amigo concordaban con lo que él veía... Este nuevo compañero con sus observaciones le estaba destruyendo su visión inocente de la vida...de aquella vida "como debe ser", ya su familia no era la misma para él, el velo se había desgarrado. En todo caso, el cincuentón no era el culpable, el sólo mostraba lo disparatado e indeterminado de las cosas humanas. Ya no quedaban altares que contemplar y adorar. La vida y sus personajes seguirían su camino, nada cambiaría la quietud ni la sonrisa de la gente.

Tuesday, September 06, 2005

Día de Protesta


Muy temprano sonó el teléfono, era la voz de don Carlos Sherman, auxiliar del Liceo "Pedro Montt", había inquietud en esa voz:
- Don Luis, El Liceo ha sido tomado por los alumnos, parece que se quedaron anoche al interior del Establecimiento, después del ensayo de la Banda, quiero saber cómo procedo.
- Don Carlos, trátelos con la naturalidad de costumbre y sugiérales que se mantengan tranquilos y que no admitan a personas extrañas. Llegaré allá lo más pronto posible.
Hacía un mes que circulaban rumores sobre el traspaso del Liceo a una Corporación Particular. El Alcalde de Valparaíso estimaba que el Establecimiento sufría del mal de "una muerte anunciada". Yo pensaba distinto, un Liceo con matrícula en aumento, considerado como Colegio piloto en la colocación de Computación, que gozaba de buena salud, sólo podría morir, estando sano, de tanto anunciarle la muerte.
La comunidad de padres, alumnos y profesores estaba muy inquieta. El suceso de esta toma era algo previsible.
Al llegar al Liceo, observé que la Avenida Alemania estaba abarrotada de gente, en las ventanas del Local colgaban lienzos con leyendas de protesta y una camioneta con parlantes circulaba por el lugar, deteniéndose en la Plaza Bismarck.
Se acercó un oficial de Carabineros y me dijo:
- Señor, si usted así lo dispone, procederemos al desalojo de los estudiantes de la toma.
Aduje que no era necesario, que los jóvenes se mantendrían en calma, la Avenida Alemania no tendría problemas con el transporte de vehículos, que el asunto lo iríamos tratando en el transcurso de la mañana. Yo sabía que una entrada de la fuerza pública no era aconsejable, los estudiantes se resistirían, habrían lesionados, la situación se tornaría muy grave. Hablé con los dirigentes estudiantiles y les pedí tranquilidad, a cualquier muchacho inquieto o violento ellos deberían sacarlo sin contemplaciones.
Al atardecer me llamaron de la Corporación Municipal y me informaron que la Alcaldía había desistido en su propósito de traspasar el Liceo. A la mañana siguiente comuniqué a la comunidad liceana la decisión de la autoridad. Agradecí, asimismo, el apoyo del Colegio de Profesores de Valparaíso.
Comprendí, en ese instante, que el Liceo ya no era el mismo. Empezaba a entender el lugar donde estaba. Siempre lo había imaginado como un ente incomprensible, su problema estaba en el origen, provenía de la fusión de un Liceo con una Escuela, ambos habían tenido su propia historia, pero ahora tendrían que vivir juntos un presente distinto.
Me unían muchos lazos tanto con los profesores de la rama básica como de la media, mi origen estuvo en ambas realidades. El Liceo "Pedro Montt" tendría que considerar la rica historia de lo que fue la escuela, también necesitaba tener en vista los aires nuevos de un Liceo que tuvo su nacimiento en un ambiente típico porteño como los son los cerros Alegre y Concepción.
El Liceo, además, debería abrirse a las nuevas corrientes que llegaban a la Región como era la tecnología, la llegada de nuevos personajes que hablan otros idiomas y que nos cuentan de otras comarcas del mundo, diversas formas de entender los acontecimientos, entender que ya no somos un grupo humano cerrado y estático, que debemos continuamente actualizarnos y ser lo bastante curiosos para poder entender lo que estamos viviendo. Quien no lo haga así corre el riesgo de ser considerado fatalmente un ser del pasado viviendo en un presente que ya no será de él, porque ya no tendrá ninguna misión que cumplir.

Saturday, September 03, 2005

En CORACEROS de Viña del Mar


Caminaba por Libertad, la larga avenida viñamarina.
Muchas veces he recorrido esta ciudad, siempre ella ha sido testigo de momentos importantes en mi vida. Nunca viví en ella, sólo he sido un ciudadano de paso, nada más.
Al final llegué al edificio Coraceros; sí... en este lugar estuve una vez. Entonces era la puerta de un Regimiento la que se encontraba allí. El soldado de la guardia llamó a su superior; me llevaron a un patio, allí se encontraban muchos jóvenes. Eran tiempos de mi mocedad, eran mis días del servicio militar.
Me examinaron el físico y me dijeron que yo estaba muy flaco y ojeroso y que posiblemente no quedaría aceptado ni vestiría uniforme. A los pocos días me enrolaron.
No creo que esa experiencia me haya agradado. A un librepensador en formación no le hacen bien aquellas órdenes que vienen y que van; por otro lado, mi estado de ánimo no era el mejor. Estar encerrado allí habiendo tanta diversión afuera en ese verano, era como un despilfarro de la vida y no le encontraba mayor sentido.
Estuve tres meses en este regimiento. En la foto añosa que comparto con ustedes, observo muchos y variados rostros; de algunos recuerdo su nombre; otros me son familiares, pero ya son anónimos, tampoco sé dónde estarán esos seres ni sé qué les habra pasado; si su existencia ha sido de sonrisas o de tristezas.
Estando en las noches durmiendo en la cuadra que se nos había asignado, siempre era despertado por el "Gordo" Rodríguez y por el "Cara de Hombre" Orellana. Eran los últimos en llegar y siempre entraban cantando "si estamos en las mismas condiciones, borrarte de mi mente no he podido, hay que olvidar lo que nos ofendimos y hacer de cuenta que hoy nos conocemos..." era la leyenda de un bolero cuya melodía todavía recuerdo con agrado... con mucho agrado. Ambos conscriptos eran desenfadados, alegres y dicharacheros. Bueno, en una agrupación humana como es un regimiento se fortalece el espíritu de grupo, porque todos estábamos viviendo el mismo problema, el de poder sobrevivir aquello que parecía una prueba de todo o nada.
Durante quince días estuvimos sin salida, añorábamos nuestra libertad, imaginábamos qué haríamos el día que saliéramos de franco. Nuestros pensamientos se distrajeron con la llegada de los caballos de la remonta que trajeron una noche... ¡eran cuatrocientos!. Los observábamos con extrañeza, ellos también nos miraban de reojo. El teniente Arredondo nos dijo que nos calmáramos, que les trajéramos zanahorias y unos terrones de azúcar, si así lo hacíamos, nos haríamos amigos de los caballos, luego, cuando pasara el tiempo y nos despidiéramos, los caballos y nosotros sabríamos lo que es echarse de menos...porque el hombre y el caballo...eran animales de costumbre.
Así conocí a Regalo, fue el caballo a mi cargo, se decía que había sido un excelente animal de carrera. Cuando cabalgábamos por la playa de Ocho Norte, Regalo demostraba lo cierto de su pasado.
Un día salimos a terreno, cada hombre en su caballo, formábamos una larga fila, íbamos por los altos de Santa Inés. Era muy temprano y de las casas de barro salía el humo de la mañana; el sol convidada a vivir el día pleno de luz, abajo se veía muy azul la laguna de El Tranque, hoy llamada Sausalito. Yo iba imaginando cosas, iba como volado sin necesidad de marihuana... creía estar viviendo en cualquier época y en cualquier lugar; de pronto, Regalo tropezó y salí disparado del caballo golpeando mi rostro fuertemente contra el suelo. Estuve tres días en Enfermería.
No sé qué hice en ese lugar durante esos meses, pero nunca he podido olvidar esos días, donde cada instante se vivía intensamente, como respirando mil imprevistas situaciones. Aún resuenan esas voces y aún recuerdo aquellos rostros.

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Luis Cabello
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